"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

martes, 7 de agosto de 2012

De la serie "náufrago": Sólo son dos manos.

Y abriendo las manos se las enseñó. Esta es mi vida, le dijo. Y las mantuvo en el aire. ¿Por qué no hay nada?, le preguntó. Míralas bien. Por más que las miro no veo nada, dijo. Puede que algunos callos, pero nada más. Guardó las manos en sus bolsillos y comenzó a andar. Espera, le gritó, no te he enseñado lo que he hecho yo en mi vida. Paró y pensó durante unos segundos si aquello tendría sentido. Finalmente dio la vuelta y se acercó. Mira, dijo señalando a la derecha, esa casa que ves, la que tiene tantos balcones, es mía. Ven, acompáñame. Los dos llegaron ante la puerta y antes de que tocaran esta se abrió. Instale un sistema para abrir con el llavero sin tener que tocar en la puerta, le dijo. Le siguió al interior de la casa y entraron en un salón que parecía no tener fin. Le ofreció asiento y se fue volviendo a los pocos minutos con una caja en las manos. Se sentó a su lado, la abrió y sacó un puñado de fotos que dejó sobre sus piernas y, cogiendo la primera le dijo que era la primera empresa que había puesto en marcha, allá por los años ochenta, y que le tenía un especial afecto y por eso la conservaba abierta pese a que ya no le producía beneficio alguno. A esta foto le siguió otra, y otra, una casa en la playa, unos cuantos coches, y un sin fin más de cosas ante las que sonreía orgulloso mientras sonreía por educación.
Más de una hora le estuvo enseñando fotos acompañadas de las más extrañas y precisas descripciones. Él no mostró en ningún momento ni signos de cansancio ni de molestia. Se limitó a estar sentado allí, mirando las fotos y atendiendo las explicaciones. Al final acabó con un “esta es mi vida” y se despidieron.
Salió a la calle, todavía llevaba colgando sus brazos a los costados. Miró sus manos, apenas unos cuantos callos, como le había dicho, sonrió y las guardó en sus bolsillos, yéndose, con una sonrisa bailando en sus labios, calle abajo.

Sueño

Sueño