"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

martes, 5 de marzo de 2013

Camino de seda.


Vuelve a estar sentado ante el cristal de la ventana. Es un trabajador incansable. Ahora comienza con otro. Nadie sabe cómo lo ha hecho, pero desde que ella no está construye caminos y puentes en el aire. Ayer lo intentó con uno aprovechando que el sol brillaba como nunca. No es difícil, se dice, un rayo por aquí, otro por allá, la forma indefinida de una curva donde pueda esconderse a descansar, una subida, no muy prolongada para que no se fatigue, un puente sobre un río donde pueda beber si la sed sale a su encuentro, y…de nuevo una duda. Puede que el sol queme sus pies, puede que…y el camino desaparece ante sus ojos y la recuerda de espaldas, marchando, a veces con aviones en su pelo, otras con trenes guardados en su bolso. Y cae una lágrima de sus ojos que guarda en un frasco que tiene en la cocina, junto a las especias, a medio llenar. Pero él sabe que es constante, que no importa cuantos caminos tenga que hacer, cuantos puentes tenga que levantar. Apoya la cabeza en el cristal y recuerda el del martes. Llovía, una lluvia fina cuya última gota fue de nuevo una lágrima. Ya casi lo tenía acabado, con lo difícil que es juntar gotas capaces de soportar el peso de un cuerpo, aunque sea el de ella, que apenas pesa lo que un suspiro. No imaginan como flotaba el camino sobre el horizonte, el reflejo plateado del puente detrás de unos árboles que no supo de donde salieron. Y, cuando se disponía a dar por terminada su obra, salió el sol. Golpeó contra la estructura del puente convirtiéndolo en lo más hermoso que se había visto nunca por estos sitios, y se lo tragó. Nada, solo una gota que fue a parar al frasco de la cocina. Ya está casi a mitad.
Él no sabe que ella, apoyada en el borde de una ventana, también teje caminos en el aire. A veces son de pétalos, normalmente de amapolas, flotando sobre un viento suave que trae el olor de su cuerpo. Otras, cuando no hay flores, porque un otoño que parece que nunca se irá se ha instalado en el tiempo y en su mirada, coge de la mano al frío y dibuja una vereda al lado de un río, luego un pájaro, solo uno, y le pone alas en la intención mandándolo en busca de un arco iris que junte el principio, donde apoya su primer pie, con un sueño, donde los labios de él sujetan a duras penas el final. Pero cierra la puerta de un armario pequeño de la cocina donde ella también guarda el final de cada camino.
Si ambos supieran, si alguien llegase a la puerta de cualquiera de los dos y les dijese, si…
Pero las lágrimas siguen durmiendo en tarros escondidos. Y ellos no saben que no hay material mejor para el asiento de un pie que una lágrima, no hay metal más duro para soportar un puente que una lágrima, no hay río que sacie mejor la sed que una lágrima. Y una lágrima será la que abra la puerta de su risa.



Este cuento me lo pidió alguien que me decía que tenía a una mujer lejos y la llevaba muy dentro de él. Regálaselo, porque los cuentos son de quien los usa, y dile "no dejes de soñar caminos que te traigan a mí, no lo hagas, porque yo estaré en uno de ellos, esperándote"

Y ahora escucha esto...

Sueño

Sueño