"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

Sobre "cuentobucle"

Lo primero el título. Poco que decir. "Cuento" porque de eso va el blog, y "bucle" porque así se llama mi siguiente libro, ese que todavía no sé si publicaré algún día ("El Bucle" o Variaciones sobre el “Principio de autoconsistencia de Novikov”), y en el que la mayoría de cuentos hacen un bucle en su desarrollo.
Luego estaría el "¿por qué?". No sé, pero no un "no sé" para comenzar a escribir algo, sino que "no sé" por que realmente no lo sé. Supongo que lo mismo que el decidirme a editar mi primer libro de cuentos "Hueles a frio" nació de una casualidad, el publicar en el blog debe de venir de otra; pero soy incapaz de recordarla. Pero si sé que quiero que estos cuentos sean vuestros también. Me gustaría que alguna persona, al leer uno, o dos, dijese "este se lo regalo a...", o que algún profesor o profesora los usase con sus alumnos/as, ambos tienen mi permiso (suponiendo que yo sea el dueño de los cuentos). Tal vez, cuando comiencen a publicarse los "oscuros", los que no hablan de nada en concreto pero son capaces de tocar las fibras más ocultas y oscuras de nuestro ser, alguien, en algún remoto lugar, o a dos pasos de mi casa, lea uno de ellos y diga "así, así me siento yo". En cualquier caso copio a continuación un cuento que escribí ya hace tiempo sobre mis cuentos: 

EL GUARDIAN

  Soy el guardian de los relatos. Mi misión es bien sencilla pero no por eso deja de ser complicada. Según los casos, mi misión consiste en rogar, en ser capaz de adoptar el papel del más ruin de los suplicantes. Entonces tengo que cambiar mis ropas, ropas que de normal son las apropiadas para un guerrero, por otras ropas más humildes (es una manera tal vez delicada de llamarlas), mis ojos deben tener ese tono semibañado de lágrimas y yo, que fui concebido para ser duro y arrogante, debo adoptar el papel del más mísero de los mortales y apelar a la buena fe de las gentes y a su sentido de la responsabilidad.
   Pero en otros casos, mi misión se adecua más a mi estirpe y mi condición, y entonces sale de mí toda la rabia contenida durante los cientos de generaciones de guardianes. En ese momento, mi ira es capaz de ensombrecer a la más arrogante de las montañas. Ni el propio Sansón, ni todos los ejércitos de la antigua Roma, serían capaces de aguantar durante el lapso que dura un suspiro la mirada de mis ojos. Entonces la tierra se empequeñece, no porque yo crezca y me agigante, sino porque mi presencia es infinita. Emano la luz que nunca el sol soñó en poder emanar. Soy capaz de invocar a los mares y Neptuno, escondido en el rincón más recóndito de las profundidades, sólo puede limitarse a mirar y dejar escapar unas lágrimas. Y si, por un casual, mi vista se alza a los cielos, tiemblan las religiones con la sola idea de que los dioses caigan muertos a mis pies.
  Finalmente, no soy sino el guardián de los cuentos. El que tiene el encargo de que los cuentos regresen siempre a su creador. Ellos, los cuentos, son como hijos que se han tomado la libertad de ir de visita, de contar sus historias a otra gente; pero saben bien cuál es su hogar, y aun en caso de duda, para eso estoy yo aquí, para hacer cumplir lo que debe ser cumplido.

Nada más sobre el blog. Tan sólo apuntar que seguirá apareciendo un cuento cada día. Puede que llegue un tiempo en que ya no tenga tantos, o mi capacidad para escribir decida abandonarme; pero esos serán otros tiempos. Ahora simplemente lee, lee y busca "el cuento", porque seguro que entre todos hay uno para ti.

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