"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

sábado, 18 de mayo de 2013

Amapolas en mi armario.


Estás en un mundo donde un cielo siempre en rebajas promete el sol. El alcohol lanza pájaros de colores algunas noches y tu risa los mantiene en vuelo como si pudieran ser eternos, hasta que tu mirada los derriba uno a uno. Yo te miro desde aquí, ya sabes, desde el canto de este día que apenas tiene unos minutos.

Estás en un bosque de posibilidades que siempre van un paso por delante de ti, mientras un leñador incansable derriba uno tras otro todos los árboles, y tu lo alimentas. Un bosque que parece no tener fin y, sin embargo, es solo un árbol, uno que hunde sus raíces en lo más profundo de tus miedos. Yo te miro desde aquí, ya sabes, desde este olvido que no me permite dejar de recordarte.

Estás en un mar. A veces de lágrimas, a veces de deseo. Nadando en busca de una isla para abandonar allí el equipaje de la extraña que eres a menudo. Y las olas te devuelven una y otra vez a la orilla, sin pirata con pata de palo, sin restos de naufragios, sin atardeceres donde el sol se esconde antes en tus ojos que en el horizonte. Yo te miro desde aquí, ya sabes, tejiendo una bufanda de mentiras para el invierno en que acabaremos los dos.

Estás en cualquier sitio, no importa donde, porque en todos eres la extraña que llevas a cuestas. Saludas, sonríes, en muchas ocasiones ríes, dejando que pájaros que solo viven en tu imaginación vuelen por los cielos de otras gentes. Llevas encima una agenda que no has escrito tú, y la sigues sin reproches, salvo esa tristeza en tus manos cuando cogen la taza del café y buscan unos labios amargos. Duermes, porque no sueñas, nunca has podido soñar, y allí, en la oscuridad no hay nada, ni risa, ni labios, ni yo. Y yo te miro desde aquí, ya sabes, desde estas líneas que no dicen nada de mí, ni de ti.

Y dejó de escribir, cerró al cuaderno y bebió un largo trago. El cielo, el cielo de aquella habitación, se lleno de demonios. Sonrió, Nada mejor que una sonrisa para ahuyentar las amapolas en primavera. Cerró los ojos y los demonios se sentaron en sus parpados a esperar.

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Sueño

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