"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

sábado, 7 de abril de 2012

Agujeros en los calcetines

Tengo algún que otro agujero en los calcetines, los zapatos manchados, más de un roto en los pantalones, y las puntas del pelo encrespadas, ¿a qué extrañarse que tenga el alma como la tengo? Me duelen las rodillas, a veces se me duermen las manos, mis dientes juegan a hacerse viejos a mis espaldas y mi vista vino ya con defecto de fábrica, ¿a qué extrañarse que me duela el alma? Me levanto cada día en el principio del laberinto, a media mañana no he avanzado mucho. Entonces me tumbo al sol, lo dejo, quizás mañana. Mi ansiedad camina tres pasos por delante de las flores. Juraría que es verano y sin embargo el calendario dice que es abril. Y todavía me sorprendo cuando una mujer dice mi nombre. ¿A qué hacer como que me asombro si hay días en que no encuentro mi alma?
Tengo cientos de heridas repartidas de forma inconcebible, dijo el alma. No encuentro un espejo donde sea capaz de ver mi reflejo ni el eco me devuelve mis palabras. ¿A qué extrañarme que viva en este cuerpo? Los que dicen ser mis amigos no dejan de pasar sus uñas por mi piel. A menudo camino sola por las calles sin el sustento de su innecesidad. Y si intento buscarlo los caminos se multiplican alejándome como si del demonio se tratase. ¿A qué extrañarme que le mire a los ojos y vea un extraño?
Las seis y media de la mañana, y el alma se puso sus zapatos machados. Yo recogí los caminos para guardarlos en cualquier cajón. Fuimos ante el espejo, como cada mañana. Yo con esa mirada de sueño que solo tienen los que durmieron mal en un mar de uñas, y ella con el pelo alborotado. Pareces una brujita, le dije. Me sonrió, como cada mañana, y se metió en uno de mis bolsillos.

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Sueño

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