"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

jueves, 9 de febrero de 2012

Un beso

Me gustaría dejar caer un beso en lo alto de tus hombros. Los vientos, el destino, una jugada del futuro, la casualidad, no importa quién. Y esperar, sentado en tu mirada y sin prisa. Ayer viajó por tus pecho, como anteayer; pero hoy es un día de espaldas, y lo veo dejarse ir hacía abajo, sin miedo. Va cayendo, poro tras poro, como si una de sus tareas fuese contarlos todos, hasta que llega justo a la distancia de mi intención de tus nalgas. Te encoges, como si el beso empujase en tus caderas, te encoges y sonríes. Desde tu mirada no adivino el camino que tomará. Puede que acabe saltando al vacío desde tu cadera derecha, o que tome el camino del medio. Entonces tu mirada se cierra y mi deseo se abre. Vacilo en el abismo de lo prohibido. Tomo aliento, por si hoy he de dar el salto que atrape ese beso y lo devuelva a mis labios justo a la entrada de la noche. Pero tus ojos se abren y me atrapan justo en el momento inoportuno del abismo. Lloro, y en mis lágrimas no hay besos, ni hombros sobre los que buscar una jugada imposible. En mis lágrimas solo hay silencio y espera.
Me gustaría dejar caer un telón sobre uno de estos días que forman el misterio. Fuera el público, impaciente, dentro tú, yo, un beso colgado de un cielo de papel lleno de estrellas, y la orquesta esperando eternamente la orden para comenzar a tocar. Autor, anónimo, interpretes, anónimo, historia, la más vieja del mundo y la más oculta. Y siguen impacientes, porque nadie sabe cuando termina la función, porque nadie sabe. Y ensayo una y otra vez, junto los labios, lanzo uno y queda colgado del techo, lanzo otro y no alcanza a tomar vuelo, lanzo miles y se llena de luz y, entre sombras, dos cuerpos, y entre sombras una historia que comienza donde acaba la historia, y un futuro que comienza donde acaba el futuro.
Me gustaría dejar caer un beso en lo alto de tus hombros, y esperarlo sentado en uno de tus pies. Le hablaría del tiempo y él me contaría sobre tu piel, le hablaría de enero, y él siempre sería abril, le habaría de ti y él me diría que guarde silencio, se subiría a mis labios y señalaría la cima de tu espalda.

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