"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

domingo, 20 de enero de 2013

Camino a la locura: del color con que se miren.

- -         ¿Tú crees que el cielo que ahora tú y yo vemos es el mismo cielo para todos?
-         No lo sé, pero ¿quieres que juguemos a eso de si las cosas son según del color con que se miran?
-         No, hoy no, hoy me preocupa más como somos nosotros para las cosas.
Y dejando caer en la yerba el brazo que había levantado para señalar el cielo suspira. Sería casi imposible que un cielo tan limpio fuese ahora el mismo cielo para todos. Un pájaro cruza de este a oeste, y ambos piensan a la vez si forma parte del cielo o pasa por él con la misma indiferencia con la que ellos lo miran desde la yerba. Cuando el pájaro desaparece se restaura el anonimato y el silencio se deja caer desde la copa del árbol.
- Pero ¿tú crees que es el mismo?
- Ya sabes que yo hace tiempo que no creo en nada; pero puede que si, que sea el mismo, como es la misma la pobreza para todos, o la muerte, incluso la alegría, si hay días alegres. Este cielo mirará a los demás con la misma indiferencia con la que nos mira ahora a nosotros. Puede que para algunos tenga nubes, o sea un poco más oscuro, o este lleno de pájaros, a algún sitio iría el que antes pasó; pero será el mismo cielo impertérrito que mira desde hace siglos.
- Y así es que seremos lo mismo para el cielo, para la roca, para este mar que nunca acabe de llenarse, para el odio, que nunca acaba de comenzar. Seremos lo mismo para un viento que no para de dar vueltas sin encontrarnos, y para Caronte, cansado de transportar en su barca una y otra vez al mismo hombre; pero nosotros usaremos el color para mirarlos. Y hablaremos de un cielo imposible para un poema de amor, o de un odio que siempre está a dos pasos del amor, aunque amor y odio se rían de nosotros por los rincones. Y los más inteligentes, si se escucha lo que digan entre las risas de la inteligencia, nos dirán con las cosas que hemos de tener cuidado y con las que no, mientras las cosas seguirán jugando su partida de póker en cualquier bar de la frontera con Mexico. Y la noche no nos hará caso, nunca nos hace caso, nos dejará olvidados en esta yerba, tumbados, señalando un cielo que hace tiempo que no está.
- ¿Y el frío?, el frío que traigo cada mañana en mi mirada ¿será el mismo que otros arrastran en su boca, en sus manos, en su alma? Porque este frío no sabe de fronteras, ni de nombres, ni de sexo.
Y extendiendo su mano tocó la de su amigo. Se cruzaron sus miradas apenas un segundo, no más, lo justo para que al volver a mirar hacia arriba el cielo se hubiese marchado. En su lugar un pájaro inmenso, con las alas abiertas, cubría cuanto la vista de ambos podía abarcar. Dos nubes volaban bajo por entre las patas de animal, mientras un viento suave movía sus plumas y dos ojos negros estaban clavados en ellos.
Se miraron, sabían ambos que era como un bucle que no tenía fin y uno de ellos dijo:
- ¿tú crees que este pájaro que ahora tú y yo vemos es el mismo pájaro para todos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sueño

Sueño