"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

lunes, 5 de marzo de 2018

Consejo


Cientos, miles de llaves de los más hermosos colores y una puerta, una sola, sin cerradura. Olvido, no sabría decir la cantidad de olvido, mi memoria no lo recuerda. Cansancio, el más activo de los cansancios, uno que es incapaz de dejar de trabajar un solo día y acabará por convertirme en mármol.

Soledad.

Demasiada soledad.

Un hombre muerto, otro hombre muerto, un hombre que parece que está vivo pero también está muerto. Una madrugada donde todavía no ha salido el sol y ya no saldrá nunca. Un sol perdido en medio del principio de los tiempos gritando desgarradamente. El asco, un tremendo asco que llena cada poro de mi cuerpo y no para de jugar a expandirse y contraerse en un infinito engaño que nunca acaba en nada. La palabra “mañana” grabada con fuego en mi espalda, un mundo donde siempre, siempre, es ayer. Miedo, ni mucho ni poco, miedo, el justo para no acabar dando nunca el paso y sin embargo, ser incapaz de dejar de intentarlo. Arena, madera, un ciprés, un presagio, yo. Gente a la que no conozco ni me conoce, gente a la que no encuentro. Un viento que no deja de soplar nunca ni encuentra nada a su paso que lo calme. Agua, creí que era agua, llanto. Un jardín, el más bello y fértil de los jardines, que nadie cuida y a más de mil kilómetros, un labrador que se empeña en plantar su única semilla en la más yerma de las tierras. Silencio, tanto silencio que la muerte tiene miedo a pasar por estas tierras. Una mujer, le pregunto, se había equivocado, se marcha. Un poco más de soledad.

Maldito, maldito sea quien me aconsejó que lo mejor era buscar en mi interior, porque esto, y no otra cosa, es lo que hay en mi interior. Maldito.

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Sueño

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