A José:
Escribo palabras porque son el camino. Algunas me llevan a sitios donde nunca hubiese querido estar. Otras, a veces, con suerte, hacen que mi alma descanse el tiempo necesario para continuar. Estas, las que ahora salen de mi pluma, estas me llevan a un sitio donde soy feliz… a ti. Un abrazo, amigo.
A Pilar:
El mecanismo es más o menos el siguiente: cientos de músculos, de tendones, de trocitos de piel y pelo, miles de células puestas en movimiento por la orden de un cerebro que tiene millones de conexiones neuronales y eléctricas. ¿Realmente hace falta tanto?, a mí me basta con verte y se me activa la sonrisa, sin ciencia, a palo seco, como si te hubiese estado esperando.
A Leo:
En el montoncito de la derecha los recuerdos de la primavera pasada. En el del centro los de los cumpleaños y fiestas diversas. En las estanterías los de los amigos (de los enemigos no guardé nunca) y conocidos. Al fono, en un pequeño paquete atado con un pedacito de alma los tuyos. Ayer un rayo de sol se coló por la ventana y dio sobre ellos, hoy no ha habido noche.
A Mº Ángeles:
Cuando creas que no soy yo, no dudes, seré yo. Cuando yo crea que no eres tú solo he de recordar, y sabré que eres tú. Porque nada puede cambiar lo que somos, como nadie puede robar los recuerdos si estos siguen durmiendo en el trozo de corazón donde los guardamos.
Y ahora escucha esto...
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