"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

jueves, 8 de marzo de 2012

Y hoy es jueves

La puerta de la cueva se cierra. No sabría explicar el sonido que produce. Puede que sea como cuando se cierran las puertas del alma, o como el que produce la soledad cuando sube calle arriba hasta mi casa. Él se sienta en el centro, enciende un cigarro, no hay prisa, son tiempos de indiferencia. Fuera no hay nadie y dentro son tantos. Pone música y cierra los ojos. Las paredes de la cueva no dejan salir su imaginación y solo piensa en círculos y sombras, y se siente bien. El tiempo pierde el sentido, no hay noche, no hay día, no hay espacio donde ese tiempo camine uniformemente. Primavera, y la cueva no recibe ninguna carta de amor. Enciende otro cigarro. Mira por una de las ventanas y unas hojas que arrastra el viento tienen nombre de mujer. Luego la calma, un espacio yermo y la calma. Su corazón bombea 69 veces por minuto y él esboza una sonrisa mientras toma aire para un proyecto de grito. Come cuando tiene hambre, se ríe cuando tiene ganas, llora, con ganas o sin ellas, se acuesta desnudo cuando el sueño se cuela en la cueva por las rendijas del olvido. Vive, cualquiera diría que no, pero vive.
Nunca llega un cartero a la puerta de la cueva. Tampoco podría abrirle, él no tiene las llaves, se las quedaron ellos. Ni se acerca un mendigo pidiendo limosna. ni da el sol, ni la luna. Abirl se olvidó de aquellas tierras y es siempre duelo. Cuando despierta del sueño se queda tumbado, mirando el techo mientras piensa. Allí hay poco más que hacer que pensar. Pensar y olvidar lo pensado. En un juego interminable donde una y otra vez inventa y borra nombres, cuerpos, historias  en las que a veces él es parte y otras en las que simplemente mira desde la ventana de la cueva. Y espera. No sabe si será en mayo, o en invierno, o si será a mitad de la noche, cuando los lobos auyen esperando su salida; pero sabe que un día se abrirá la puerta, sin que él lo quiera, sin que nadie lo quiera, como si un mecanismo de relojería tuviese marcada una fecha y una hora. No hay instrucciones para el futuro, como no las hubo para el pasado. Cuando se abra la puerta él saldrá, como si apenas hiciese diez minutos, o diez siglos, porque el tiempo nunca entra en la cueva, nunca, y hoy es jueves.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sueño

Sueño