"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

jueves, 23 de junio de 2011

El amor y la muerte


Estaba la muerte un día sentada a la orilla de un río, mirando su reflejo en el agua. Y nada había en el agua, ni peces, ni ondas, ni reflejo de árbol alguno ni de nube alguna.
El amor, que venía por una senda, algo despistado, vio a aquella mujer sentada. Se acercó y se sentó junto a ella.
A los pocos segundos, y no habiéndola reconocido, el amor dijo:
- ¡Qué extraño!, venía escuchando el canto de los pájaros y ahora no se oye nada.
La muerte siguió en silencio, mirándose en el agua.
El amor miró a su alrededor, hasta donde era capaz de alcanzar la vista, y dijo:
- Parece como si la primavera se hubiese olvidado de estas tierras. Ni una flor, ni una mariposa en el viento, siquiera el viento que antes soplaba ahora sopla. Incluso parece que el invierno, todavía lejano, tuviera prisa por asentarse en estos días.
La muerte, entonces molesta, alargó una de sus manos y tocó al amor en el hombro. Un temblor recorrió todo el cuerpo de la muerte, y vio peces en el agua, y plantas y flores en los árboles, y cientos de mariposas entre las ramas, y un viento suave rozó su cuerpo e hizo caer la capucha sobre sus hombros. Rápidamente apartó su mano del hombro del amor y la escondió bajo su capa.
El amor se levantó y se despidió:
- Siento no poder hacerte compañía durante más tiempo, pero he de seguir mi camino.
El amor se alejó por la senda, ignorante, porque la ignorancia a menudo también es una de las cualidades del amor, de que era el primero y el único que había sido capaz de aguantar el tacto de la muerte.

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