"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

sábado, 18 de diciembre de 2010

La aguja

Comencé a preocuparme al tercer día. La primera vez que vi aparecer la aguja no le di importancia, aunque me dolió. Fue sobre las cinco de la tarde, al sentarme en el sillón que hay al fondo del comedor. Sentí un agudo pinchazo en la parte posterior del muslo, me levanté rápido y, al tocar, noté una aguja apenas prendida por la punta a mi pantalón. La dejé sobre la mesa y comencé una lectura.
El segundo encuentro también podría parecer casual. Volvía descalzo del cuarto de baño hacia la cocina cuando noté un dolor más suave en la planta del pie. Esta vez había pisado la cabeza de una aguja. “Otra aguja perdida” pensé, y esta vez la miré con mayor atención. Era normal, salvo un poco de color rojizo cerca de la cabeza, seguramente producto del tiempo y del agua.
Nuestro tercer encuentro es más difícil catalogarlo de casual. Ocurrió al ponerme el jersey rojo que tenía colgado en el armario. Noté un suave roce en el cuello, frío y metálico. Al llevar mi mano toqué algo fino y puntiagudo, y sentí un escalofrío. Antes de mirar pensé “la aguja”, pero no quería creer que fuese la misma. Lo era, con aquella marca cerca de la cabeza. No soy propenso a asustarme, pero he de reconocer que tenía cierta inquietud.
Contar los siguientes encuentros sería alargar una historia de la que nos interesa sólo el final. Han pasado dos años y, en este tiempo, la aguja ha aparecido en los sitios más inesperados: en mi cepillo de dientes, dentro de los libros, junto a mis gafas, incluso una vez brillo dentro del caldo que preparaba para comer. Ahora incluso me encuentro incómodo si algún día no aparece, y la busco. Paso horas revolviendo cajones y armarios, llegando a encontrarme triste si no aparece.
Hace tres días volvió a suceder algo curioso: encontré una mancha de pintura en la pared del pasillo que, en tres días, ha cambiado del pasillo a la cocina y de la cocina al techo del comedor.
La aguja y yo estamos impacientes por ver su siguiente movimiento.

La aguja nace de un juego, una clase con alumnos y algo sobre lo que escribir,

2 comentarios:

  1. Perdona pero no entiendo la historia

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  2. Bien, dicen que las historias no hay que explicarlas; pero esta lleva tanto tiempo que supongo que no pasará nada. "La aguja" tan solo habla de aquellas cosas que entran en nuestra vida, sin darnos cuenta y, a veces, de manera dolorosa, pero que el tiempo acaba convirtiendo en imprescindibles.

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Sueño

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