"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

lunes, 20 de diciembre de 2010

Lunes

No sucede a menudo, es cierto, pero se da. Sucede que amanece un día, hoy por ejemplo, que ocupa un lugar dentro del infinito tiempo y al que llamaremos lunes. No es de los mejores. Ocupa normalmente el lugar que va justo detrás de un día de fiesta, salvo que por algún motivo, suele ser religioso, ocupe el centro de lo que se ha dado en llamar puente. No es de por si malo, puede pasar que amanezca claro, limpio, con un radiante sol que haga predecir que será hermoso, siempre y cuando no sea un lunes de agosto, en ese caso el sol se empeñará en fundirlo, en convertirlo en un estrecho pasillo que parezca la antesala del infierno. Pero digamos que es abril, a principios de abril, y que el sol nos anuncia un hermoso y tranquilo día de primavera. Hasta puede ocurrir que nos hayamos levantado pronto y hayamos visto un radiante amanecer, con pájaros, le pondremos pájaros, y con una dulce brisa que hace que todavía llevemos puesto uno de esos jerseys abiertos que tan bien van para estos días. Y nos quedamos como alelados, mirando hacia el horizonte, con la vista clavada en un grupo de árboles que antes no habíamos visto, o al menos no en un lunes de abril que amenaza con ser especial.
Pero de pronto nos acordamos de su nombre, del fastidioso lugar que ocupa en una semana más que será larga, del sentido que tiene de vuelta a un trabajo que apenas nos dará nada. Y como por arte de magia desaparece el sol, los pájaros deciden que no es tan mala época para emigrar más al sur, porque puede que más al sur no hayan lunes, incluso la brisa comienza a tener prisa y acelera su ritmo hasta convertirse en un viento que hace volar las mangas de nuestro jersey. Misteriosamente los árboles, aquel grupo de árboles del fondo, justo esos que nunca antes habíamos visto, vuelven a esconderse, desaparecen, y dudamos de que nunca hayan estado allí. Se diría que hasta nuestro carácter, que comenzaba a ser el propio de una tarde de mayo, cuando tanto nos gusta pasear por las sendas cercanas a nuestra casa, entre las flores, se esconde, precisamente en espera de mayo, y deja que el malhumor vuelva a esparcirse poco a poco por nuestra piel. Y luego el lunes se hace largo, porque no todos los días tienen las mismas horas, eso no es cierto, existen, o al menos eso me contaba mi madre de pequeño, me decía que hay unos duendecillos que son los encargados de las horas de los días, y que ellos, como nosotros, hacen fiesta los sábados y los domingos. Y en esos días nadie vigila el tiempo, por eso este, feliz y con ganas de jugar, corre más veloz que nunca, haciendo que las horas vuelen. Pero estos duendecillos, como nosotros, vuelven el lunes al trabajo, y con pocas ganas, con casi ninguna, y dan giros a la rueda del tiempo lentamente, muy lentamente, de tal modo que el lunes dura treinta horas, y el martes veintiocho, y así hasta llegar al viernes. Y el lunes dura, y dura, y cuando ya parece que va a terminar todavía saca fuerzas para alargar los minutos hasta convertirlo en eternos.
Pero hoy no es un lunes normal, no sucede a menudo, es cierto. Hoy, como a las tres de la tarde, en medio de la ensalada y unas cuantas nueces, he visto que me mirabas. No como me miras a menudo, con mirada de lunes, no. Hoy he visto que me mirabas desde un lugar más lejano, desde un minuto de domingo, o de fiesta popular. He sentido la necesidad de acercar mi mano a tu brazo y sentir el tibio contacto de tu piel, y tu seguías mirándome, como si la mirada estuviese colgada de guirnaldas, y yo no he podido resistir la necesidad de que mis labios buscaran los tuyos, aunque ya sé que eso es más propio de los días de fiesta de agosto, y tu me has devuelto el beso. Y de pronto el lunes ha desaparecido, se ha convertido en banda de música callejera, en niños alrededor de una piñata armando un gran alboroto, en flores a la orilla del camino. Y lo mismo pasó la semana pasada con el jueves, y la anterior con el martes y el viernes.
Supongo que tendré que acostumbrarme a llamar a todos los días domingo mientras estés a mi lado.

Supongo que el tiempo pasa, o eso dicen.

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