"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

martes, 1 de febrero de 2011

Principio y final de un camino

Ante mi se abre un camino largo, muy largo. Miro hacia atrás y nada; pero no un nada filosófico que quiere decir “ahí está todo, pero comienzo de nuevo”, no, simplemente no hay nada. Ningún camino llega al principio en el que ahora estoy. Muchos antes que yo han estado en este comienzo, y muchos antes que yo se han preguntado por qué camino han llegado a éste, y la respuesta siempre ha sido la misma “nada”. De todos modos no hay mucho tiempo para pensar, la belleza del camino que tengo ante mí me atrae imperiosamente. Los almendros han florecido, el sol juega con sus ramas y con la flor a crear sombras dulces sobre la tierra. A ambos lados flores compiten por lograr un tapiz multicolor, y una suave línea en el horizonte esconde las últimas sombras de la noche anterior. Doy mi primer paso sobre la cálida tierra. No escucho el sonido de mi pie sobre ella, pero sería extraño que fuese capaz de oírlo porque un coro de sonidos que viene de los pájaros, de una fresca brisa, y del arroyo que discurre paralelo al camino lo ahogaría sin remedio. Mi segundo paso, y una increíble sensación de nostalgia y miedo se apodera de mí. ¿De dónde vengo?. Vuelvo de nuevo la vista hacia atrás. Cuando niño, y no tan niño, aprendí conceptos como el vacío, la nada, y otros similares para definir las ausencias. Ahora no me sirven en absoluto.
Tras de mi tan sólo una sensación de olvido que hace que mi corazón lata a una velocidad incomprensible. En ese momento me doy cuenta de que soy incapaz de recordar. Seguramente conocía a gentes antes de encontrarme aquí, puede que haya estado en otros lugares, en muchos otros lugares; pero soy incapaz de recordar ni uno solo de ellos, ni una persona, ni un gesto. Y me asalta la angustiosa duda de si tampoco de mi se acordarán en ningún lugar, de si habré caído en el más triste de los olvidos. Doy dos pasos hacia atrás, justo los mismos que había dado sobre el camino, y me quedo parado, helado, sobre el borde del comienzo. Ante mí no se abre un vacío insondable, siquiera un abismo de fuego que me promete la muerte; ante mi tan sólo el miedo, la duda, que hace que me quede parado, sin fuerzas para dar un paso más. Puede que si lo diese, que si mis pies tuviesen la fuerza necesaria tan sólo para ese último paso, volviese al lugar de donde vengo, apareciese de nuevo entre los seres queridos y los odiados, entre los lugares que conozco y en los que me siento seguro. Pero el miedo me hace quedarme quieto, pensando en la posibilidad de que no venga de ningún lugar, ni conozca a gente alguna, me hace pensar que puede que no tenga un pasado sobre el que volver, no ya que sea un pasado terrible al que no valdría la pena volver, sino simplemente que no exista, que ese primer paso en ese nuevo camino sea un nacimiento y antes sólo exista un oscuro vacío dispuesto a hacerme desaparecer. Me vuelvo de nuevo. Asombrado veo que el camino ha cambiado, han cambiado los árboles y las flores. Incluso las huellas de aquellos dos primeros pasos que di han desaparecido completamente.
Ante mi se abre un camino largo, muy largo.


...y ahora escucha esto.

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