"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

jueves, 7 de julio de 2011

¿Qué hará entonces conmigo?

Soy el último hombre en el universo, la muerte está de pie, ante mí, sin saber que hacer. Es la primera y única vez que sabe que su vida corre peligro. Estoy tranquilo, cualquiera que sea su decisión no será peor para mí que para ella. No habla. Sus ojos parecen no comprender cómo hemos llegado a esta situación. Ella y yo, solos, mirando un atardecer que no termina nunca. Hace unos días enterramos a Antonio. Fue triste. Ella con sus mejores ropas, su trenza recién peinada y su mano en el bolsillo. Yo, yo ya hace tiempo que no me preocupo mucho de mi aspecto. Seguramente no era el indicado para un funeral, para el último funeral al que asistiría siendo consciente de ello; pero no me preocupa. Al salir, después de un trecho caminando en silencio, me dijo “nos vemos mañana”. Y noté un extraño temblor en su voz que nunca antes había descubierto. En ese momento no fui consciente; pero al volver a casa, al notar el vacío en la silla donde la noche anterior bebía un vaso de vino Antonio, me di cuenta. Ya sólo quedábamos ella y yo y, cuando llegase mi hora, ¿qué sería de ella? Estoy seguro que algo parecido pasó por su cabeza aquella noche. A la mañana siguiente sus ojos, su pelo desordenado, el temblor de su voz, denotaban que no había podido dormir. Llegó a la puerta de mi casa, tocó, con la mano que llevaba siempre fuera de su bolsillo. Abrí la puerta y allí estaba ella. Si cualquiera de los que con sólo imaginarla habían temblado tantas veces pudiesen verla ahora, en ese justo momento. Lástima, es la única palabra que acude a mi mente para definir lo que sentí en aquel momento ante ella. Una lástima que aun hoy, sentado a su lado, mirando este atardecer que no termina nunca, está instalada en mi ánimo y parece que durará mucho tiempo en él.
Nunca hablamos de su trabajo. Sé que llegará un día en que no habrá más remedio que afrontar nuestra realidad. No podemos vivir eternamente olvidando quiénes somos cada uno de nosotros. Ni ella tiene la culpa ni la tengo yo. Yo no elegí ser el último hombre en el universo, y ella jamás pensó que se podía dar esta situación. De todos modos ya ha cambiado algo en los dos, ella vuelve a preocuparse de su pelo, de nuevo lo lleva recogido en esa preciosa trenza que ya no oculta bajo su capucha. De nuevo sus ropas están limpias y son de un color negro que se confunde con la noche en cuanto esta asoma. Y hace días que su mano vuelve a estar guardada en su bolsillo en todo momento. Yo, yo he vuelto a ser el que fui. Ya nadie podría confundirme con un vagabundo. Mis ropas vuelven a ser las apropiadas para las mejores ocasiones. Vuelvo a estar preparado para cualquier imprevisto, como siempre lo estuve. Y no falto ni un solo día a la cita, por si ese es el día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sueño

Sueño