"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

sábado, 29 de enero de 2011

La espera

Pasó la soledad camino abajo, por entre la chopera, arrastrando sus pies sin ganas, y me saludó moviendo la mano. Yo le devolví el saludo y le grité con la esperanza de que me oyese “hasta luego”, ella movió apenas la cabeza en señal de asentimiento y se perdió por el recodo del camino.

Dejo que mi vista se pierda en la lejanía, siguiendo el vuelo de las golondrinas que se oculta a ras de suelo entre las hondonadas. Puede que mañana llueva, puede que incluso comience a llover esta tarde. Me revuelvo inquieto en la silla ¿y si la lluvia hace que la soledad no se acerque esta noche a mi casa?, no, seguro que vendrá, tiene que venir.

Atina a pasar el desasosiego por el mismo camino que antes recorrió la soledad, lo llamo a gritos y se acerca hasta mi lado. Me mira, se sienta en el suelo. Una golondrina pasa casi rozando sus cabellos, no dice nada, no dirá nada, permanecerá sentado, a mi lado, esperando, como yo.

La náusea ha dado un rodeo, no la vi llegar. Está apoyada contra la pared, a mi izquierda. Mira al desasosiego, me mira a mí, y luego se deja caer suavemente hasta quedar sentada en el suelo, rodea sus piernas con sus brazos y deja que su cabeza se apoye en ellos perdiendo la mirada a lo lejos, sin decir nada, nada hay que decir. Ya sólo falta él, siempre tarde, siempre llega tarde.

Miro con insistencia el camino, por si viene por él, miro las laderas de los montes más cercanos y las de los más lejanos, miro el valle que se pierde entre chopos, hasta que finalmente oigo un rozar de piernas, justo sobre mi cabeza. Alzo la vista y ahí está, el hastío, sentado al borde del tejado, con las piernas colgando y moviéndolas acompasadamente. Me mira, sonríe, sabe que sólo faltaba él, que como siempre es el último. Nos quedamos los cuatro en silencio, como cada noche desde un lugar en el tiempo al que ya no llega el recuerdo, y esperamos, infatigables, esperamos.

Finalmente me levanto, desempolvo mis ropas, el desasosiego, la náusea, el hastío; la soledad no ha venido, ya no vendrá, y entro en casa, solo, como siempre.


...y ahora escucha esto.

1 comentario:

  1. Es la falta de la soledad la que crea el desasosiego? Acaso el desasosigo podría llenar su vacío? Le invitamos tal vez sin querer pensando que llenará espacios? es el desasosiego el detonante de la náusea? es el abandono al desasosiego y la naúsea lo que invita al hastío? y que habría pasado si la soledad hubiera venido? Yo también los reconozco como compañeros de tardes largas, tal vez, lo mejor, será reconocerlos y acabar jugando con ellos al chinchón.
    La canción preciosa.
    y,...qué pasaría?

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Sueño

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