"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

jueves, 21 de abril de 2011

El hijo del guardián


  Hace tiempo a mi padre, uno de los guardianes mas poderosos que han existido, le fue encomendada la misión de velar por los relatos. Hoy, unos cuantos años después es a mi, el hijo primogenito de aquel guardian, a quien le es encomendada esa misión.

  Yo no alcanzo a verle a mi padre el tacón de sus inmensas botas, ni mi sola presencia atemoriza a los intrusos. Sé bien que nunca conseguiré por la fuerza ni por mi semblante ser un buen guardian. Más bien al contrario. Mi constitución física tiende a crear una sensación de entre lástima y repulsa. Mi sóla presencia hace que quienes están a mi alrrededor se sientan incomodos, actuen conmigo de una forma esquiva y vaga. Por algunos de estos motivos y para el buen desempeño de mi labor, cosa a la que estoy obligado por tradición y estirpe, tuve que buscar otras formas tal vez menos propias del buen hacer pero no menos efectivas.

  Adopté la postura del traidor, del rastrero, del que no opone resistencia cuando alguien intenta apoderarse de los relatos, pero cuando me vuelven la espalda asesto mi puñalada justo en mitad de la vida. Espero escondido sin que nadie me vea, maullo para parecer un gatito desvalido perdido entre las lineas, o finjo estar dormitando sin darme cuenta de nada; pero nada más lejos de la realidad, yo fuí concebido para desempeñar sin fallos mi misión. Nadie nunca dejó escrito cuales serían las artes de los guardianes, sólo una frase está grabada en la tumba del primer guardian “nací para defender los relatos y muero legándoselos a mi hijo”. Así pues no existe ningún excéntrico código de los guardianes que nos obligue a ser caballeros andantes, ni a poner la otra mejilla, ni a esperar que el enemigo haga el primer disparo, simplemente debo salvar los relatos, conseguir que estos sigan en manos de mi dueño y creador, el mismo que es dueño y creador de los relatos.

  Tampoco me cuestiono mi misión. Si existe alguna duda de si hay un Dios, no existe ninguna de si hay un creador, en estos momentos hablo con él y él me guía, de él es mi destino y mi creación, y a él le debo cuanto soy bien sea mucho o poco.

  Al final sólo espero haber sido un digno guardian. Haber conseguido que los relatos sigan el curso para el que fueron creados. Y si algún día, cuando ya esté lo suficientemente cansado como para empezar a dudar de si seré capaz de seguir custodiando los relatos con el mismo ímpetu y la misma lealtad de la que hoy estoy dotado, el creador me considera digno de proveerme de un hijo al que enseñar nuestra misión, no le aburrire con largas charlas sobre las artes del buen guardian, ni perderé el tiempo en contarle relatos de nuestros antepasados, bastará con que sea capaz de entender cual es nuestra misión y porqué hemos sido creados y porqué debemos morir.

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Sueño

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