"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

viernes, 25 de marzo de 2011

La entrevista (hay un error, mas soy consciente)


  Me miré al espejo. Era un martes a las nueve de la mañana. Miré el calendario de mi reloj de pulsera. Martes 27 de abril. Mi cabello ya estaba perfectamente ordenado. Había conseguido colocar esa greña anárquica que siempre caía en mi frente entre el resto del cabello bien acoplado al lado de mi oreja, aunque no sin cierta dosis de agua. Repasé una vez más mi afeitado. Ora miraba este lado de cara, ora levantaba la cabeza para mirar debajo de mi cuello. La ropa descansaba sobre el lomo de una silla perfectamente doblada. Me fui enfundando una a una las prendas de vestir con sumo cuidado. Primero los calzoncillos de algodón, después unos finos calcetines de los pocos que me quedaban sin hilos colgando por sus costados. Conseguí meterme la camiseta en el primer intento, cosa por otro lado poco habitual. Era acaso una premonición. Respondía a algún secreto misterio el hecho de que cosas que a diario me resultaban difíciles de conseguir en el primer intento hoy, precisamente hoy, que era uno de los días más importantes de mi vida, no por la importancia del día en si, sino por la poca importancia que aún la suma de mis días anteriores tenía, las cosas me salieran a la primera incluso dándome la sensación de que me ayudaban los objetos. Cogí con sumo cuidado la camisa de seda. Había costado un buen rato conseguir que no tuviese ninguna arruga y no era el caso producírselas por un descuido al cogerla. Metí primero el brazo derecho, y aun no tenía la sensación de que la mano hubiese acabado de entrar por la manga cuando ya la sentí salir por el otro extremo. Así mismo sucedió con el otro brazo. De aquí a estar completamente vestido no puedo dar razón de como fue, simplemente me miré al espejo y estaba impecable. Daba perfectamente la sensación de limpio, de una persona que todavía está por estrenar en todos los sentidos.

  Aún dudé un poco sobre si sería adecuado el color de la camisa. No quería que el más mínimo detalle pudiese adueñarse de la situación hasta tal punto que el resto sucumbiese a él. Debía de estar todo de tal manera que no derivase de su estado sino aquello que se preveía. Y entonces fue cuando miré por la ventana de mi habitación. Sentí un cosquilleo que me recorrió todo el cuerpo. No podía haberse conjurado también la naturaleza para que todo estuviera perfecto. Hacía un sol precioso. Pese a estar en enero el sol era cálido como el de las primeras tardes de abril, ese sol que invita a estar horas y horas recostado sobre la yerba mientras nos va inundando de vida. Algo debía de ir mal. Volví a revisarme ante el espejo, sólo que esta vez no me vasto con darme cuenta de que las cosas estaban bien. Mire cada una de las costuras de mi pantalón y de mi camisa. Me los quite con cuidado y volví a colocarlos sobre la silla. Revise mi ropa interior. Volví a colocarme ante el espejo y, completamente desnudo volví a mirar mi cabello y mi afeitado. Olí mis axilas y comprobé cada una de mis uñas. Todo parecía estar en su sitio. Tal vez simplemente sentía un nerviosismo propio de la entrevista que iba a realizar. Quizás era ese miedo irracional hacia lo desconocido que nos hace dudar de todo, creer que todo lo que siempre estuvo ahí no fue sino producto de nuestra imaginación y algún maligno duende lo ha hecho desaparecer de pronto por el mero hecho de jugar con nosotros.
  Recordé que todavía no había desayunado. Era pronto aún para la entrevista. Esta se realizaba a las once de la mañana y todavía no eran más de las nueve y cuarto. Aproveche el hecho de estar desnudo para preparar el desayuno, así evitaría manchar alguna de mis ropas. Fui hacia la cocina y busque en la despensa cualquier cosa para desayunar. Me quedé helado. No solamente había mucho donde elegir, sino que tenía los bollitos que tanto me gustaban y, entonces, me volvió a asaltar un horrible presentimiento. Abrí rápidamente la nevera y mi miedo se confirmó, allí estaban los flanes de huevo invitándome a sentirme dichoso porque mi desayuno sería especial. No volví a revisar mi ropa porque se apoderó de mí un profundo sentimiento de vergüenza, me pareció como si todo el mundo estuviese asomado a mi ventana. "Mirad, mirad como se pierde entre sus miedos más pueriles". Pero no pude apartar ya de mí esa sensación de que algo saldría mal, de que simplemente se me estaba preparando una trampa en la que yo, como cualquier presa, iba siguiendo uno a uno los cebos puestos por el cazador. Por más que lo intentaba no conseguía ver donde estaba esa trampa y, esto, lejos de tranquilizarme me preocupaba más todavía. Pensaba que precisamente esa es la premisa de una trampa, el no ser descubierta por la presa hasta que esta ya no puede escapar.

  Hice acopio de las pocas fuerzas que me quedaban, quizás demasiado pocas para encarar la entrevista con alguna posibilidad de salir bien de ella. Incluso quizás no las suficientes para levantarme de la mesa y dejar en la cocina los restos del desayuno.

  "El trabajo será mío" dije en voz alta para intentar ahuyentar mis temores. Y me dirigí a el cuarto de nuevo. Otra vez se repitió todo el proceso de vestirme y comprobar que todo estaba en orden. De repente desapareció todo mi miedo, volví a sentirme feliz y, porque no decirlo, ingenuo. Caminé con paso suelto y alegre hacia el comedor. Recogí de encima del aparador mis objetos personales. Mi cartera de piel, regalada por mi mujer en el día de mi santo, el tabaco y el encendedor. Finalmente eche un último vistazo a la citación para asegurarme del lugar al que tenía que acudir. "Hotel "Florazul", avenida del Maestro Estevez,25.
Motivo: entrevista para cubrir el puesto de administrativo en la empresa Ruiz S.A. Día 26 a las once de la mañana". Salí feliz de casa. Quizás todo era producto de una noche en la que había dormido poco debido tal vez a la copiosa cena o tal vez a los nervios. En cualquier caso hacia una mañana preciosa y nada ni nadie alteraría mi estado de ánimo.

1 comentario:

  1. Me gusta!!!! Seguro que vamos así a todas las entrevistas y te he pillado esas fechas se resbalan por el calendario, es aproposito verdad, lo que no se muy bien lo que quieres decir, a mi se me ocurren unas cuantas cosas, desde que es un sueño y sus recuerdos en realidad si son falsos como dices, o que el tiempo no existe y lo importante es que sea un día soleado y da igual si es invierno o primavera, da igual el dia, todo sale bien ..., o tal vez hoy no es el día de su entrevista je je

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Sueño

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