"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

martes, 29 de marzo de 2011

Leo; pero no del verbo “leer” (gracias por todo, gracias por nada).


Uno está sentado al sol, en cualquier rincón de España, con unos cuantos amigos. Algún mejicano, algún colombiano, un par de norteamericanos, unos cuantos españoles. No muchos, apenas diez o quince, que cada día llegan, se sientan al sol, y escuchan pacientemente las historias. No sé por qué vienen. Puede que este sea un buen sol, puede que simplemente pasaban por aquí y se sentaron un rato a descansar. No hablan, no dicen nada, sé que están ahí porque noto su aliento. Yo venía solo a tomar el sol. Me gusta el sol. Pero un día se quedaron. Ya digo, apenas diez o quince. Bastaría uno sólo para que mi boca contase historias, aunque supiese que era un caminante que sólo equivocó el camino y acabó allí, a la sombra del mismo almendro donde estaba yo.
Ayer, un día que en nada era distinto a otros, una de las caminantes le habló de mis historias a otros. No gritó, aunque ese fue el efecto. No habló de mis historias como si fuesen las mejores del mundo, aunque ese fue el efecto. Simplemente les dijo que alguien cambiaba cuentos por miradas, y el almendro se quedó pequeño. De repente mis amigos de Ecuador, de Venezuela, de Chile, y los cuatro o cinco de España, se vieron rodeados de caminantes que acudieron a escuchar nuestras historias.
Puede que dentro de dos o tres días esos caminantes curiosos sigan su camino y no pasen más por estas tierras. puede incluso que los que siempre han estado aquí, conmigo, un día decidan que ya es hora de retomar el camino y me dejen sólo. Entonces, tomando de la mano a mis nietos, los traeré a la sombra de este mismo almendro y les diré “aquí, hace años, el abuelo contaba historias. Nos juntábamos no más de diez o quince, y contaba historias. Un día una mujer gritó, apenas un susurro audible a cientos de kilómetros, y el árbol se pobló de flores”, y quién sabe si entonces ella aparecerá por uno de los recodos del camino, dorando con su pelo la mañana, y vendrá a sentarse a nuestro lado.

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Sueño

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