"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

sábado, 5 de marzo de 2011

¿Quién es?

Despierto y vuelvo a cargar con los recuerdos, con la memoria, del muerto que fui ayer. Pero ya no soy él. He de pagar sus deudas, todas y cada una, deudas de honor, de dinero, deudas con los demás y con él, y eso apenas me deja tiempo para intentar ser yo. Me saluda gente por la calle a la que él conoce, conocía, y yo tengo que devolver el saludo, hacer como que forman parte de mi vida, pese a que mi vida apenas cuenta con unas horas de historia, unas pocas horas en las que es imposible que haya estrechado tantos lazos, tantas manos, tantas ataduras alrededor de mi cuerpo. Voy a un trabajo donde sólo sus recuerdos y la inercia hacen que no se note que soy un impostor, que nunca había estado allí antes, que desconozco las claves, que me son extrañas tanto las puertas que dan acceso a las diferentes salas como lo que allí se habla y se decide, y sin embargo nadie se acerca a mi para descubrirme, más bien al contrario, me felicitan por mi trabajo. A menudo me aparto de todos, me quedo en silencio, intentando descifrar donde está al secreto, la palabra mágica que hará que el muerto descanse y yo pueda lanzarme a la feliz o aterradora misión de reinventar una nueva vida, de ser el dueño de mis aciertos y de mis errores. Los que debieron ser sus amigos se acercan en esos momentos, con una ternura que le he de agradecer a mi muerto me preguntan que me pasa, porque estoy en silencio, o triste, y yo no puedo defraudarlos, no les puedo decir que me son desconocidos, que con quien ellos creen hablar ya no está aquí, que incluso puede que nunca haya estado aquí, porque cada día ha sucedido lo mismo desde que la suma de sus memorias recuerdan, y en lugar de eso sonrío, uso la mejor de las sonrisas que he reinventado día tras día en los últimos años, les digo que no pasa nada, que simplemente me quedé ensimismado, o que me preocupa tal o cual cosa, desde luego siempre una cosa insignificante, no sería cuestión de preocuparlos tanto que quisieran ahondar más en mi vida. Ellos parecen reconfortados con la explicación, me consuelan un poco y volvemos a los estereotipos que hacen que todos rodemos con suavidad en el engranaje.
Lo peor viene cuando estoy ante ella. Ella es pequeña, supongo que todos y cada uno han hecho un gran esfuerzo por mantenerla pegada a tierra, porque al mirarla da la sensación de que cualquier ráfaga de aire pudiese llevarla lejos. Y yo he de comportarme luchando entre lo que tiene de infidelidad el besarla, el rozarla con mis manos, el hacerle el amor en ciertos días, sabiendo que fue de ellos antes y es a ellos a quienes amó, y lo fácil que sería comenzar a amarla apenas a las pocas horas de estar vivo, cuando todavía el sol se arrastra por el día de otros en espera de aparecer en el mío.
Y finalmente el trabajo, el trabajo diario de crear mientras se continúa manteniendo en pie lo ya creado. Hoy no ha sido un día especialmente creativo, no sé si quien seré mañana, todavía me queda el último esfuerzo de la muerte cotidiana, agradecerá el que no haya aumentado especialmente la carga que tendrá que soportar. Quizás mañana suceda por fin, y él nazca sin memoria, realmente libre, tal y como he soñado, han soñado, tantas veces antes que yo.

1 comentario:

  1. yo también daría mil por perder la memoria. O tal vez por recuperar la que quiero permanezca. Por ser quien quiera que sea yo.

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Sueño

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