"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

jueves, 31 de marzo de 2011

La leyenda

                                   
  Vivir en este pueblo, en el que yo vivo, tiene sus encantos no crean. Somos unos doscientos vecinos, catalogados dentro del ramo de los paletos. Aunque a decir verdad aquí es preciso ser paleto. Las costumbres son bastante antiguas. En cuanto a adelantos técnicos, mas bien pocos. Hay una radio, pero la tenemos escondida. ¿Por qué?, se preguntarán ustedes. Bien, dentro de lo paletos que somos los hay más y menos, y el Antonio se lleva la palma. Se instaló un teléfono en la cantina, se puso el Antonio, oyó que hablaba, y lo mató. No, no crean que es broma. Es que el Antonio nació en el monte, sus padres eran pastores, y ha vivido siempre en el monte como pastor, y estos adelantos él dice, como su madre, que son cosas de brujas. Creo que ya adivinarán porque tenemos la radio escondida. Pero como ya dije al principio vivir en este pueblo tiene sus encantos. Sobre todo las leyendas.

  Aquí cerca, a unos dos kilómetros del pueblo, hay un bosque, junto al cual discurre un arroyo. Según cuentan, de ese arroyo unas veces, otras desde el centro del bosque, aparece un animal monstruoso que igual se lleva las vacas, que las cabras, que lo primero que coge. Durante mucho tiempo creímos que era una bestia salvaje, un animal dañino; pero un día !zas¡. Sobre las siete de la tarde se va de paseo la hija del alcalde, a saber en que iría pensando que fue a parar al bosque y !zas¡, si, !zas¡, la violó el monstruo. Durante nueve meses la gente estuvo esperando a ver como sería lo que tuviese la hija del alcalde. Porque todo hay que decirlo, el bicho la dejó embarazada. Y parió. Parió un niño rubio con los ojos marrones. Aquí la gente se calla porque es la hija del alcalde, pero el niño es clavado al dueño de la cantina. Menudo monstruo esta hecho ese. Pero bueno, quedaba por aclarar lo de las vacas y las cabras. !Quita gorrino¡. Esto de contarles las historias desde el corral es la ostia. Bien, como decía, faltaba por aclarar lo que el bicho se llevaba. Bueno, pues un día, uno en la cantina, que aunque paletos tienen sus detalles de inteligencia, dijo que por qué el ganado del alcalde era cada vez más numeroso, y porque no le atacaba el monstruo a su ganado, y donde estaba la piel de oso que había en la alcaldía. Ni que decir tiene que esto fue como una bomba. Además, ahora nos explicamos el por qué el alcalde, cada vez que su hija le decía que había sido el monstruo, le pegaba y le decía “calla embustera y di quien ha sido”.

  Y, ustedes, se preguntarán que tiene esto de leyenda. Hoy no tiene nada, pero ya se sabe, con el paso del tiempo se olvidarán los detalles, se olvidaran del alcalde, y se hablará de la leyenda del monstruo. Así nacen las leyendas.

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